Mucho antes de que existiera la palabra cartonero, Antonio Berni ya había construido su rostro. Hecho de basura, pero lleno de dignidad. Un niño pobre, pero no un pobre niño.
Juanito Laguna ciruja (1978)
Hay obras que son testimonio, otras que son denuncia. Pero algunas —las menos— son anticipación. Antonio Berni, al crear a Juanito Laguna, no solo nos mostró la infancia arrasada por la pobreza urbana, sino que sin saberlo, nos habló de un sujeto que aún no tenía nombre: el cartonero.
Juanito nació en los márgenes, como tantos otros chicos de las villas que crecieron con el olor a humo, las calles de barro y los techos de chapa. Pero a diferencia de los miles que fueron invisibilizados por el arte oficial, Juanito fue hecho con sus propios materiales. Berni no lo pintó con óleo sobre lino blanco. Lo ensambló con residuos, con aquello que la ciudad desprecia: latas, cartones, maderas, alambres. Lo hizo de basura, porque la basura fue lo único que el sistema dejó para esos pibes.
Ahí está la genialidad y la ética de Berni. Donde otros veían desperdicio, él veía humanidad. Y en ese gesto, anticipó la figura del reciclador urbano: ese trabajador ignorado que sostiene la economía circular con sus propias manos, que transforma lo descartado en valor, que reconstruye su vida entre los restos del consumo de otros.
Juanito no aparece recogiendo cartones, pero su camino a la fábrica, su juego con barriletes hechos de retazos, su cuaderno sucio de tierra, todo eso ya es cartonerismo. Berni nos mostró a ese niño cuyo mundo está hecho de desechos, pero cuya dignidad resiste. No es un pobre pasivo, es un protagonista. Y su historia sigue hoy en las calles de Buenos Aires, empujando una zorra.
En tiempos donde los cartoneros son perseguidos, invisibilizados o simplemente utilizados como parte del engranaje verde del marketing oficial, volver a Juanito es volver a mirar el origen. Berni entendió antes que nadie que el residuo habla. Que el arte puede ser también una forma de reciclaje. Que en cada pedazo de chatarra hay una historia, y que en los márgenes vive una memoria que no se resigna.
Tal vez por eso Juanito Laguna sigue vigente. Porque representa a los que transforman lo que el sistema desecha, no solo con sus manos, sino con su vida entera. Y porque Berni, sin llamarlo cartonero, lo vio cuando nadie lo estaba mirando.
Juanito va a la fábrica – Antonio Berni (1977)
Juanito Laguna remontando un barrilete (1973)



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