Por Alejandro Gianni
En Buenos Aires, la basura no solo habla del consumo. Habla del poder. Y de lo que una ciudad decide esconder.
Este ensayo parte del trabajo de investigación de Cinthia Shammah, en su artículo “Basurópolis”, donde se reconstruye la historia de la gestión de residuos en Buenos Aires, revelando sus vínculos con la desigualdad urbana, la fragmentación territorial y el conflicto ambiental.
Basados en ese texto, identificamos cinco etapas históricas que, más allá de lo técnico, muestran cómo el residuo se convirtió en símbolo de exclusión, política de ocultamiento y resistencia social.
🏙️ I. Una ciudad que empuja la basura hacia afuera (1600–1800)
Durante el período colonial, la gestión de residuos era inexistente. Bastaba con arrojarlos lejos, fuera del perímetro urbano.
No había política ambiental ni conciencia sanitaria. La ciudad expulsaba sus desechos, igual que expulsaba a los pobres: todo lo que molestaba, se empujaba hacia el margen.
La exclusión empezó con la basura. Y con ella se construyó una ciudad dividida.
🔥 II. Quemas, humaredas y el sur como basurero (1856–1903)
Con el auge del higienismo y la modernización liberal, se impuso la quema de residuos a cielo abierto.
Los basurales se ubicaron en el sur, donde vivía la población más humilde. El fuego purificaba la vista, pero no resolvía el problema. Se impuso una estética de limpieza urbana: lo importante era no ver la basura, aunque siguiera ardiendo.
Así nació una Buenos Aires partida: centro limpio, periferia tóxica.
🧱 III. Villas, vaciaderos y los primeros cirujas (1903–1977)
Durante este período, la ciudad optó por incineradores y vaciaderos a cielo abierto. Alrededor de ellos crecieron las villas miseria. Lo que se desechaba en la ciudad se acumulaba en los bordes... junto a la vida de los que quedaban afuera.
Nace la figura del “ciruja”, trabajador excluido que sobrevive de lo que otros tiran. La basura se convierte en recurso vital para quienes no tienen otra opción.
Lo descartado empezó a tener nombre, cuerpo, familia. Y comenzó a molestar.
🚛 IV. CEAMSE: enterrar la basura y a los pobres (1977–2001)
La dictadura inaugura una nueva etapa: se crean los rellenos sanitarios y nace la CEAMSE, con un modelo tecnocrático basado en el “entierro”.
La basura se entierra en la provincia, igual que las villas y los conflictos sociales. El centro urbano se limpia. La periferia lo paga.
La basura deja de verse, pero sigue existiendo. La política pública, en vez de integrar, consolida la exclusión territorial.
♻️ V. Cartoneros, reciclaje y conflicto ambiental (2001–hoy)
La crisis de 2001 vuelve visible lo invisible: miles de familias comienzan a recuperar residuos como forma de supervivencia. Nace un actor social poderoso: el recuperador urbano.
Desde entonces, se disputan dos paradigmas:
-
Uno higienista, que quiere ocultar, enterrar, tercerizar.
-
Otro ambiental, que reconoce valor en el residuo y en quienes lo trabajan.
Las cooperativas de reciclado, las luchas por el acceso a los servicios, los reclamos por igualdad ambiental: todo eso configura hoy un nuevo mapa de conflicto urbano.
📍 Una ciudad que se escribe con residuos
Buenos Aires es una Basurópolis: una metrópolis atravesada por la basura, no solo como materia sino como símbolo. La gestión de residuos revela la moral urbana de cada época: quién limpia, quién ensucia, quién gana y quién carga con el costo.
La basura no es solo un resto. Es una forma de narrar el poder.
🧭 Conclusión: el residuo como espejo político
La historia de la basura es también la historia de quiénes fuimos y quiénes decidimos olvidar. En las villas sin servicio de recolección, en los basurales a cielo abierto, en las calles donde trabajan los cartoneros, se juega una disputa por la dignidad, la inclusión y el derecho a una ciudad justa.
Hoy, más que nunca, la gestión de residuos debe dejar de ser una cuestión técnica y convertirse en una política de justicia ambiental.


Comentarios
Publicar un comentario