Ir al contenido principal

Puro plástico: una ley que recicla privilegios y descarta personas. Crítica a la Ley de Envases impulsada por La Libertad Avanza

🧾 Meta descripción:

Una mirada crítica, ambiental y social sobre el proyecto de ley de envases presentado por La Libertad Avanza. ¿Qué se recicla y qué se descarta realmente?



Alejandro Gianni
Secretario de Ambiente – CTA de los Trabajadores


¿Una ley de envases o una trampa con perfume verde?

Argentina necesita con urgencia una ley nacional que regule el ciclo de vida de los envases post consumo. Hasta ahí, nada para objetar. Pero cuando esa ley viene impulsada por quienes desfinancian al Estado, atacan derechos laborales y promueven la mercantilización de todo, conviene mirar con lupa.

La crisis de los envases post consumo no se limita a la acumulación de residuos: tiene implicancias directas sobre la salud pública, contamina ecosistemas y agrava la crisis climática. El modelo económico lineal de "tomar, usar y desechar" ha demostrado ser insostenible, generando volúmenes crecientes de residuos que colapsan los sistemas de disposición final y desperdician recursos valiosos.

El proyecto 1059-D-2025, presentado por el espacio de La Libertad Avanza, habla de sustentabilidad, reciclaje y economía circular. Pero detrás de la retórica verde se esconde otra cosa: una avanzada privatizadora, funcional a los intereses corporativos y profundamente excluyente para quienes hoy sostienen la gestión real de residuos en el país.


Principios nobles, pero sin garantías

En lo formal, el proyecto parece progresista. Reconoce la Responsabilidad Extendida del Productor (REP), establece jerarquías de gestión ambiental y menciona el enfoque "de la cuna a la cuna". Incluso permite sistemas colectivos de recuperación.

Pero una lectura atenta muestra que todo esto es más un envoltorio que contenido real. No se garantizan derechos, ni participación de recicladores, ni fondos concretos. Las empresas diseñarían, administrarían y controlarían sus propios sistemas de gestión. ¿Autocontrol ambiental? Puro plástico.


¿Quién gestiona y quién queda afuera?

No hay un diagnóstico ambiental serio. No se sabe cuánto se genera, ni cómo se gestiona, ni a qué actores se los reconoce. El proyecto ignora lo más evidente: miles de recicladores y recicladoras urbanos sostienen la economía circular real desde hace décadas.

Pero en lugar de fortalecerlos, la ley les ofrece una palmada en la espalda: “podrán ser incluidos”, dice, como quien deja la puerta entornada. Mientras tanto, los Sistemas Integrados de Gestión quedarían en manos de quienes siempre ganan: las grandes marcas. El reciclaje se vuelve entonces un nuevo campo de negocios, donde lo social estorba.


Metas blandas, trazabilidad difusa y ausencia estatal

El proyecto promete alcanzar un 30% de valorización en 10 años. Eso es poco, tarde y mediocre. Tampoco establece herramientas modernas: ni análisis de ciclo de vida obligatorio, ni ecoetiquetado, ni incentivos reales para reducir el uso de envases.

La trazabilidad, eje clave para el control, se deja a reglamentaciones futuras. Y el Estado, en lugar de liderar, se transforma en un árbitro mudo: no planifica, no invierte, no corrige. Eso sí, garantiza condiciones previsibles… para el mercado.


¿Qué debería contener una ley de verdad circular?

Si de verdad se quisiera construir una política ambiental y social con impacto, la ley debería:

  • Incluir de manera obligatoria a las cooperativas y recicladores organizados.

  • Crear un fondo ambiental específico, con transferencia directa para fortalecer infraestructura local y generar empleo verde.

  • Establecer metas ambiciosas y diferenciadas por tipo de material.

  • Promover la compra pública de productos reciclados.

  • Asegurar la participación en órganos de control, planificación y fiscalización.

En resumen, una ley con visión circular necesita más Estado, más justicia ambiental y más participación popular. Todo lo demás es marketing.


Conclusión: lo que se recicla y lo que se descarta

Esta ley no es inocente. Busca convertir el reciclaje en un nuevo negocio para unos pocos, mientras deja afuera a los verdaderos protagonistas de la gestión de residuos: las personas que todos los días recuperan, clasifican y sostienen con su trabajo lo que el sistema descarta.

La economía circular no se construye desde una oficina de lobby ni con eslóganes pulidos. Se construye con planificación pública, inclusión social y compromiso ecológico real.

¿Qué modelo de país queremos construir? ¿Uno que recicle materiales o uno que también recicle derechos y dignidad?




Comentarios

Notas más leídas

El consenso enterrador: la voz del reciclador frente al mito de la basura invisible

  El CEAMSE sostiene un consenso enterrador: tapar la basura bajo tierra. Los recicladores proponemos otra lógica: cuidado, recuperación y dignidad. Introducción ¿De verdad la basura desaparece cuando el camión se la lleva? Cada noche, Buenos Aires confía en un acto de magia: el enterramiento en los rellenos del CEAMSE . Desde 1977, este organismo sostiene lo que llamo “consenso enterrador” : la ilusión de que tapar residuos bajo tierra equivale a resolver el problema. Pero la basura no desaparece . Bajo esas montañas se esconden: Metano inflamable Lixiviados tóxicos Desigualdades sociales Huella de un consumo desmedido Frente a la lógica del ocultamiento, los recicladores urbanos proponemos otra mirada: cuidado, recuperación y responsabilidad compartida . El pensamiento mágico del enterramiento El consenso enterrador funciona como un pensamiento mágico : “si no se ve, no existe” . ➡️ Igual que un niño que se tapa los ojos, la tecnocracia porteña cree que ...

♻️ De lo invisible a lo común: cómo el reciclaje transforma la ciudad, la cultura y nuestras relaciones

  Durante años, la gestión de residuos fue un tema relegado, casi invisible, y muchas veces reducido a una simple cuestión de higiene urbana. Sin embargo, lo que emergió desde los márgenes —de la mano de los recuperadores urbanos— fue mucho más que una técnica de clasificación: fue una práctica social con potencia transformadora . Hoy, esa práctica interpela no solo al sistema de consumo, sino también al modo en que concebimos lo público, lo común y lo justo. Este texto propone mirar el reciclado desde una clave distinta: como una práctica política y cultural capaz de generar cambios concretos en la vida cotidiana, en las instituciones y en la organización misma de nuestras ciudades. 🌱 El reciclaje como práctica con potencia A fines de los 90, el reciclaje no tenía legitimidad social. No se lo pensaba como una herramienta de cuidado ambiental ni como un derecho ciudadano. Era una tarea marginal, muchas veces asociada a la pobreza o la informalidad. Pero desde entonces, algo ...

Del carro al aula: la Escuela de Formación Urbano Ambiental para cartoneros

  La Escuela de Formación Urbano Ambiental eleva al movimiento cartonero , dignifica su trabajo y abre un nuevo capítulo en la justicia social y ambiental . Una escuela que cambia la historia del reciclado ¿Puede una escuela transformar la vida de miles de cartoneros y al mismo tiempo el futuro ambiental de una ciudad? El lanzamiento de la Escuela de Formación Urbano Ambiental para Recuperadores responde que sí. Este proyecto une la experiencia callejera con la universidad pública, en un gesto épico que dignifica un oficio que durante años fue invisibilizado. Macri, la persecución y el prejuicio estético En tiempos recientes, el gobierno del primo Macri en la Ciudad intentó multar a los cartoneros, les quitó el transporte gratuito y prohibió los carros con el argumento de que eran “antiestéticos”. En lugar de reconocer un servicio ambiental esencial, se prefirió ocultar la pobreza y perseguir a quienes con su trabajo reducían la basura y fortalecían la economía circular ....